viernes, 7 de enero de 2011

Sobre la Crisis - la economía, el neoliberalismo y los Movimientos Sociales - Juan Carlos P. Quintanilla - Raul Prada Alcoreza - Isabel Rauber

¿Será un Año Nuevo para los Movimientos Sociales?
Juan Carlos Pinto Quintanilla
Rebelión
 

Navidad… fecha emblemática en el calendario, además de generar un inusitado auge del comercio y de la propaganda, permite a las personas, católicas y no católicas, sentir que al casi terminar el año, sostener la esperanza de soñar con que el año siguiente será mejor… en Bolivia en este 2010, este proceso reflexivo y de encuentro familiar tuvo un desenlace inesperado. En estos 5 años del proceso de cambio en el que vivimos, los sueños-realidades de algunos y las esperanzas de otras habían cobrado un sentido diferente, se han hecho más colectivos, menos consumistas y más de encuentro nacional, al menos para los miles que por décadas que cada fin de año sólo les cabía mascullar su frustración y desesperanza .

Por eso la medida económica lanzada por el gobierno el 26 de Diciembre nos sorprendió a todos, nos hizo sentir la realidad de nuestra economía en el contexto capitalista mundial, que en los términos del mercado del que somos parte y con el que nos relacionamos en las condiciones históricas de la dependencia republicana y neoliberal, muestra como absolutamente racional y necesario el que podamos establecer una economía transparente que no nos pase factura en el proceso de reorganización y redistribución colectiva de la economía plural que sostenemos.

Por tanto no es extraño que convierta en enemigo al contrabando en escala u hormiga que merma los recursos nacionales, aunque permita a los más pobres contar con algún recurso de sobrevivencia. En definitiva enfrentar un problema de sobrevivencia histórica generada por un Estado ausente, para poder recuperar recursos que permitan generar empleo y trabajo. Dejar la subvención de la economía para contar con mayores recursos y recuperar un mayor margen de decisión en el mercado capitalista del que somos parte, porque somos dependientes y coloniales… y asumir que las decisiones políticas tomadas en el proceso no han transformado aún la estructura económica, sino en un proceso redistributivo que alimenta las razones políticas de la continuidad pero todavía no la revolución de la economía, que nos haga cada vez más dueños de nuestro país y nuestro destino.

Sin embargo no bastaba hacer una ecuación económica que se vea confrontada con la política, no bastaba interpretar que el enorme prestigio del liderazgo presidencial permitiría entender a los pobres las razones económicas de esa frontal ruptura con su economía cotidiana de sobrevivencia… Por eso, las medidas económicas generaron primero un clima de incertidumbre, como esperando cuáles serían las medidas complementarias que permitirían al pueblo acompañar la medida de un gobierno que para la mayoría del país, es el gobierno de los pobres.

Entonces empezaron a aparecer los rostros publicitados de la oposición que agazapada siempre había gritado en los medios de comunicación, en realidad en "sus" medios de oposición, los "pronósticos de la traición masista", de la "persecución política" a opositores, de la "dictadura" (extrañamente democrática, que había vencido en 6 elecciones y con el apoyo de la mayoría), de la economía que se caía. Tenían ahora el elemento detonador que buscaban, las "medidas económicas de nivelación económica", rápidamente denominadas como "gasolinazo" por sus connotaciones históricas y afectivas en la confrontación con el neoliberalismo y de afectación a la economía popular.

En medio de la incertidumbre popular que no contaba con la información adecuada y la especulación de los precios que afectaba realmente la vida de los más pobres; reaparecieron los derrotados del pasado encabezando sendas marchas de oposición pidiendo la renuncia de Evo. Estaban los cívicos cruceños y las gobernaciones opositoras, los dirigentes desplazados, los resentidos por falta de pegas, y los transportistas sacando rédito a la desesperación; a ellos se habían sumado cientos de trabajadores formales e informales que carentes de explicación oficial y desesperanzados en su economía se sumaron al coro de la protesta…y finalmente estaban quienes se consideran herederos del proceso, cuando según ellos logren voltear a Evo, con sus funcionarios y sus dirigentes vecinales, con sus grupos de choque que junto a los provocadores de siempre se dieron a la tarea de recrear el escenario del 2003 de levantamiento contra el Neoliberalismo a la cabeza de Goni, amplificada por sus medios de comunicación…

Esta confluencia de factores generó una espiral peligrosa de violencia, que buscaba finalmente sumar los odios con los descontentos, de reclamo legítimo de las organizaciones que demandaban ser escuchadas junto a la mentira irracional de los opositores…y que no podía ser detenida por medidas complementarias en la economía, sino por el retorno a los sentidos políticos fundamentales de la revolución. El liderazgo y el Estado Plurinacional que se deben a las organizaciones sociales, debían retornar a ellas, no sólo para frenar las medidas económicas sino para recomponer un pacto estructural que no se puede abandonar porque son la esencia de la revolución. Por eso el Presidente optó por escuchar a las organizaciones sociales antes que a las imperativas razones económicas del mercado…y derogó el decreto.

En definitiva en estos pocos días, hemos aprendido de forma intensiva de los conflictos que vivimos los bolivianos en el proceso de cambio, y que están marcados por la aún convivencia entre lo neoliberal y republicano junto a lo comunitario y plurinacional. Algunas miradas desde el Estado nos muestran como dependientes de un mercado que sólo en el cumplimiento de sus reglas podremos avanzar como condición para generalizar lo comunitario. Una vez más, ahora que la institucionalidad estatal se construye como representación política pero además como poder económico real, existe la tentación de reducir lo político a lo estatal y no a las dimensiones políticas de las organizaciones sociales que han hecho posible esta revolución.

En definitiva el sistema económico capitalista sólo puede ser fiel a sí mismo y a su esencia desintegradora antes que comunitaria, y que por tanto en una perspectiva revolucionaria de transición como la que vivimos, los factores de mercado deben irse subordinando a las razones políticas de la revolución. Decía Lenin de que la política es economía concentrada , y por ello es la voluntad política de la mayoría la que será capaz de transformar las razones de mercado sino no podemos hablar de la construcción del socialismo comunitario como horizonte político y estaremos condenados a repetir la historia del "perpetuo capitalismo" como parte de nuestro "destino colonial".

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=119783
******************************************************************************************************************************************************


La restauración nacionalista y neoliberal-La crisis del gasolinazo-Raúl Prada Alcoreza *


El presidente en ejercicio Alvaro García Linera da a conocer a la opinión pública la aprobación del decreto 748, de nivelación de precios, la noche del 26 de diciembre de 2010. Al mismo tiempo se hace conocer que se mantienen fijos los precios del Gas Licuado de Petróleo (GLP), del Gas Oíl (Diesel Oíl para la generación eléctrica) y Gas Natural Comprimido (GNC). El 27 de diciembre el Centro de Estudios Populares hacía el siguiente balance del impacto de la medida:

No pasó más de 48 hrs. en que funcionarios gubernamentales negaban el alza de los combustibles, para que el Vicepresidente Álvaro García Linera en coordinación con Evo Morales antes de su viaje a Venezuela acordaran subir el precio de los combustibles. Al igual que todos los reaccionarios gobiernos anteriores, dicen una cosa y hacen otra[1]. Ya después del desenlace, de la movilización popular en contra del "gasolinazo", principalmente el jueves 30 de diciembre, y de la sorpresiva abrogación del decreto 748 por parte del presidente electo Evo Morales Ayma la noche de año nuevo, Isabel Rauber escribía en Rebelión lo siguiente:


Alerta roja, es la frase que podría resumir lo acontecido en Bolivia en la última semana. Bienaventurado sea el gasolinazo si se transforma en sacudón político, en punto de inflexión capaz de revertir la creciente tendencia superestrutural gubernamental a decidir desde arriba sin contar con los de abajo, adoptando la vieja cultura política del poder que considera que gobernar es tarea de quienes supuestamente "saben y tienen razón", que es cosa de iluminados, o de "tener espalda". Pero la revolución es tarea de pueblos, de mayorías conscientes, organizadas, discutiendo y definiendo SU proyecto en la medida que lo va construyendo[2].


Teniendo en cuenta ambos balances, uno al principio de esta coyuntura de shock, la otra al final de la misma, además de contar con la experiencia vivida, fuera de conocer las repercusiones y tener en cuenta el contexto del proceso de cambio, que fundamentalmente es un proceso constituyente, la pregunta obligada que debemos hacernos es ¿qué pasó? Durante los desenlaces que acaecían elaboré unos apuntes apresurados al calor del fuego, como quien dice, los mismos que reflejan mis inquietudes. Transcribo ahora estos apuntes:


En lo que respecta a la medida llamada por el gobierno de nivelación de precios y por los sectores populares "gasolinazo", tengo apreciaciones todavía fragmentarias. No he podido armar una configuración analítica y crítica. Para esto requiero una idea de la totalidad del acontecimiento, tanto en su dimensión contextual, también estructural, así como en su dimensión histórica[3]. Sin embargo, puedo ir adelantando mis primeras impresiones:


1.Me llama la atención que con este síntoma, la medida tomada, se demuestre y manifieste que no hayamos salido de la lógica neoliberal. Te trata de una medida desarrollada en el más claro razonamiento macroeconómico; no se trata de otra cosa que de mantener el equilibrio macroeconómico.


2.Estructuralmente la medida es parecida a la del 21060. Suspender las subvenciones estatales, equilibrar los indicadores macroeconómicos, garantizar el recaudo del Tesoro General del Estado. Aunque no mencionan a las leyes del mercado, a dejar los precios al juego de la oferta y la demanda, de todas maneras el análisis que se hace y la argumentación que se utiliza es una consideración de la diferencia de los precios de mercado internacionales.


3.No me parece convincente, sino más bien demagógico, decir que el ahorro de 380 millones de dólares se va a destinar a los más necesitados. Estas medidas, de corte macroeconómico, dadas en forma de shock, atentan contra la economía de los más pobres. Eso está demostrado históricamente.


4.Lo grave es no haber salido del capitalismo dependiente, de un Estado periférico subordinado, de una economía extractivista destinada a satisfacer la demanda del mercado internacional; estamos lejos, muy lejos, de ingresar a un modelo productivo y producente de un modelo alternativo.


5.Estamos lejos de una articulación integrada de la economía plural, que se encamine a la economía social y comunitaria.


6.Me vuelve a llamar la atención la falta de imaginación e imaginario radicales para desplegar medidas creativas y participativas, que se basen en otra clase de análisis, no enajenados, enmarcados en el fetichismo de la mercancía y en los indicadores macroeconómicos. Es indispensable hacer análisis cualitativos, eso en los que se sustenta el vivir bien y también los procesos emancipatorios.


7.Nuevamente comprobamos que tomamos medidas coyunturalistas en momentos de desesperación. La situación de la subvención se la conoció desde hace mucho tiempo. ¿Por qué se la mantuvo? ¿Por qué esperar toda una gestión hasta que la situación sea insostenible?


8.Lo grave parecen ser los efectos multiplicadores. Obviamente subirán los precios. ¿Habrá una tendencia inflacionaria? ¿Cuáles serán las repercusiones sociales? ¿No habremos desatado otra vez la furia del pueblo?


9.Nuevamente, no cumplimos con la Constitución, con la democracia participativa, con la construcción colectiva de la decisión política, de las leyes y de la gestión pública.


10.Espero que no hayamos cruzado la línea, que nos encontremos del otro lado de la vereda, enfrentando al pueblo.


11.Lo que inquieta no es tanto circunscribirse a la discusión sobre la subvención, sino descubrir que no hemos superado el marco conceptual y de razonamiento macroeconómico, que supone el origen y la teleología del equilibrio. Este marco conceptual fue la base de los ajustes estructurales y de las medidas neoliberales, sobre todo las implementadas en forma de shock. ¿Por qué seguimos atrapados en las formas de razonar, que fueron los instrumentos del neoliberalismo? ¿No hay otros instrumentos? ¿No había otras salidas? ¿Por qué se guardaron tanto tiempo el problema, toda una gestión? ¿Acaso no se sabía antes que se subvencionaba? ¿No es este un atentado contra los intereses, bienes y recursos del Estado, inquirido por la constitución como delito? Prestigiosos economistas dicen que había otras alternativas[4]; que en todo caso no hubieran asumido una medida semejante, parecida a las desplegadas por los gobiernos bajo la presión del FMI y el BM. El peso proporcionalmente mayor no está en los empresarios que se benefician con la subvención sino que el peso fundamental está en la mayoría aplastante de la población que es castigada por la medida.


12.Creo que no se ha sido honesto, se ha ocultado la medida al pueblo, no se le ha consultado, se lo ha tratado como enemigo como en los mejores momentos de los gobiernos neoliberales, no se practica la democracia participativa, ni se construye la decisión política colectivamente, como exige la Constitución. Por otra parte sospecho que el verdadero motivo son las trasnacionales, que no quieren invertir en exploración porque hay una cláusula en la Constitución que dice que hay que atender primero al mercado interno, cuyo precio estaba congelado. Ahora que se ha subido este precio a niveles internacionales se espera que inviertan en exploración. Seguimos al servicio de las trasnacionales. ¿En que ha quedado la nacionalización, la fundación de YPFB, la industrialización de los hidrocarburos, la soberanía energética?


13.Considero que había otras salidas, dependiendo que cambiemos la forma de razonar, no se trata de equilibrio abstracto de indicadores aritméticos sino del vivir bien de la población.


14.La apología de lo que ocurre, no nos va servir, igual nos podemos caer si hacemos mal las cosas. Solo podemos saber cómo nos va, en qué situación nos encontramos en el despliegue complejo del proceso de cambio, si dejamos que se desarrolle la crítica y discutimos los temas de fondo entre todos. La derecha recalcitrantede las oligarquías regionales ha sido derrotada en el Porvenir, ahora debemos dedicar nuestra atención a la construcción del Estado plurinacional, no ha inventarnos "derechas" por todas partes, como si fuésemos paranoicos. Espero que ahora no tengamos una nueva derecha, incrustada en el gobierno, que se opone a la fundación del Estado plurinacional, prefiriendo mantenerse en los contornos del Estado-nación.


15.En el marco y el contexto político de la coyuntura en cuestión, se observa campear el pragmatismo político; este realismo político considera por conveniente mantenerse en las condicionantes históricas del capitalismo o una de sus variantes. No nos olvidemos que todas las formas de capitalismo forman parte de la economía-mundo y del sistema-mundo capitalista, que ha definido una geopolítica; el sur dependiente y el norte dominador; la periferia, reserva de recursos y de mano de obra barata, y el centro como lugar de acumulación ampliada de capital. Esta es la cruda realidad histórica; si se apuesta por el capitalismo se apuestas entonces por la dependencia y la condición de dominados.


16.Por otra parte, en nuestro proceso, el boliviano, no está en discusión la reedituación del proyecto bolchevique; eso quedó atrás, cuando fue derrotada la Asamblea Popular. Lo que está en discusión es lo que han abierto los movimientos sociales como horizonte, el proceso descolonizador, la fundación del Estado plurinacional comunitario y autonómico, en la perspectiva del modelo civilizatorio alternativo al capitalismo, a la modernidad y al desarrollo. Lo que está en juego es la aplicación de la Constitución. Esto es precisamente lo que no se está haciendo, nos mantenemos en la maquinaria obsoleta del Estado-nación, del Estado moderno, que son formas del Estado colonial. En vez de descolonizarnos nos re-colonizamos. Lo peor es que ahora descubrimos que hemos mantenido las estructuras del manejo neoliberal de la economía, con sus razonamientos y supuestos basados en la conjetura del equilibrio ficticio. Lo doloroso es descubrir que los funcionarios son capaces no solo de suplantar a los movimientos sociales en la conducción del proceso sino de descargar la furia de las medidas de shock para incentivar a las trasnacionales de los hidrocarburos en la inversión de la exploración. No hemos salido de la dependencia, tampoco de la sumisión a las trasnacionales. Esto no puede justificarse con bagatelas de viejas discusiones que no están en mesa.


17.No se justifica para nada la repetición de argumentos y de estructuras lógicas neoliberales para implementar medidas de shock contra el pueblo, que es el único que paga. No es sostenible el argumento de que no había otra salida, como si no hubiera posibilidades de una imaginación y un imaginario radicales creativos de nuevas políticas públicas. Lo que pasa es que estamos repitiendo la vieja historia de las dominaciones polimorfas, unos gobiernan otros obedecen. Nada de democracia participativa como establece la constitución.


18.¿Qué se llama a todo esto? Yo llamaba restauración nacionalista y pragmática por los conductos del realismo político, pero ahora ya sabemos que también se trata de una restauración neoliberal.


Haciendo el balance de lo acontecido, en un artículo publicado, escribía sobre el desenlace de la coyuntura crítica del gasolinazo lo siguiente:


La pregunta con la que deberíamos comenzar es quién perdió con la crisis del "gasolinazo" y la consecuente resistencia popular al decreto 748, terminando con su conclusión, la abrogación del decreto. Lo que queda claro, por lo menos para las organizaciones sociales intervinientes en la movilización contra el decreto, es que lo que ha sido derrotado es precisamente el realismo político, el pragmatismo, la tendencia al capitalismo de Estado, ahora descubierto en su hibridación y mezcla con la herencia de procedimientos y razonamientos del periodo neoliberal.


¿Quién ha ganado? Otra vez el pueblo, la asonada popular, la movilización social, que ganó las calles para rechazar que el peso del problema de la subvención y de la necesidad de incrementar las reservas y la producción de gasolina, diesel y productos energéticos fósiles, recaiga sobre la magra economía y los cuerpos de los más pobres. Ha ganado la movilización que reclama la consulta al pueblo, por lo tanto la participación social en las decisiones políticas, sobre todo en las estratégicas y en las que afectan a la magra economía popular. Este balance puede ser entendido por todos los que se han visto afectados por la medida; sin embargo, parece que hay por ahí desentendidos o, en su caso, despistados, que no quieren comprender lo que ha pasado. En algunos, se puede entender, pues han sido los arquitectos de la medida, pero en otros, es más difícil, pues quieren aprovechar semejante ocasión evidente de crisis política para llevar agua a su molino. Este molino es como el molino de Van Gogh; el refrán dice el molino ya no está pero el viento sigue todavía[5].


Ciertamente las consecuencias desplegadas de la crisis del gasolinazo están todavía en ciernes, acabó la tormenta, pero todavía no sabemos lo que ha dejado, muchas de estas consecuencias tienen todavía que madurar, que manifestarse en el tiempo. ¿Cuánto ha afectado la crisis al gobierno, a la tendencia dominante en el gobierno? ¿Cuánto ha afectado a la figura de Evo Morales Ayma? ¿Cuánto ha afectado a las estructuras dirigénciales, sobre todo a los dirigentes cooptados? Y lo más importante, ¿cómo marca a la dirección y al sentido del proceso? Ya, antes, cuando se dieron los conflictos con las organizaciones indígenas de tierras bajas (CIDOB), con las organizaciones campesinas e instituciones del territorio y la población de Caranavi, y con el Comité Cívico de Potosí, se ponía en evidencia una contradicción latente entre movimientos sociales y conducción del gobierno; en esta ocasión me preguntaba si se había cruzado la línea, que marca el momento de inflexión hacia la regresión, si no nos encontrábamos ya del otro lado de la verdea, enfrentando al pueblo. El conflicto del gasolinazo, mejor dicho la crisis del gasolinazo, tienen un alcance mayor, por su extensión y su profundidad, se dio en todo el territorio del Estado plurinacional, afecta al contenido mismo del proceso, lo cuestiona; ¿hemos dejado las prácticas y los razonamientos neoliberales, sobre todo las medidas de corte neoliberal? Después de lo ocurrido se requiere más que nunca una evaluación y un análisis crítico del proceso, del gobierno y de las organizaciones sociales, es menester más que nunca la reconducción del proceso por parte de los actores, protagonistas y contenido histórico del proceso, los movimientos sociales.


La pregunta sigue pendiente, ¿qué ha pasado? No hay una respuesta única, debemos movernos en distintos niveles, por lo tanto hay varias respuestas posibles. Sin embargo, hay que ordenar el conjunto de respuestas, quizás lo adecuado sea ordenarlas por su temporalidad. Vamos entonces a recurrir a un conjunto de hipótesis que van a tratar de lograr una interpretación integral de la estructura compleja del proceso.


Hipótesis


1.No terminaron de resolverse las diferencias entre los distintos movimientos intervinientes en el ciclo de movimientos sociales de 2000 a 2005. Sobre todo si comprendemos sus proyectos inherentes; una cosa es el proyecto antiimperialista de las federaciones cocaleras del Chapare y otra el proyecto autogestionario de la Coordinadora del Agua de Cochabamba. La misma manifestación diferencial podemos ampliarla si consideramos el proyecto anticolonial del boqueo de caminos indígena y campesino de septiembre de 2000. Se amplifica la complejidad del panorama si comparamos la Guerra del Agua de abril de 2000 en Cochabamba y la Guerra del Gas en la ciudad de El Alto y la ciudad de la Paz en septiembre y octubre de 2003. El objetivo de la Guerra del Agua fue la de oponerse e impedir la privatización del agua, reiniciando el replanteamiento de los movimientos sociales de oposición al proceso de privatizaciones inaugurado en 1985. El objetivo primordial de la Guerra del Gas va a ser exigir la nacionalización de los hidrocarburos y su consecuente industrialización, con el objetivo de abastecer la demanda de combustible por parte del mercado interno, incluyendo el consumo industrial, creando así efectos multiplicadores. La consigna de la convocatoria a la Asamblea Constituyente se incluyó en un momento de la elaboración de la llamada Agenda de octubre. La matriz de la organización de una y otra movilización tuvo sus analogías, empero su orden y organización guardaba diferencia; en un caso, Cochabamba, la federación sindical de fabriles jugó un papel crucial en la convocatoria a las organizaciones; en el otro, en El Alto fue la federación de juntas de vecinos (FEJUVE) fue el sujeto de la convocatoria. Podemos decir que, en el caso de El Alto, se formaron autogobiernos vecinales, los cuales se auto-convocaron y ejercieron directamente el poder territorial; en tanto que en Cochabamba, la convocatoria fue articulada por la legitimidad y composición de la Coordinadora del Agua. Siguiendo el decurso de los acontecimientos del ciclo de movimientos sociales, podemos decir que después del 2003, continuaron las movilizaciones y la proliferación de movimientos sociales que atravesaban la sociedad boliviana y sus territorios. La última gran movilización fue la de mayo y junio del 2005, a la cual la denomino la segunda Guerra del Gas, debido a que estalla por el problema pendiente de la agenda de octubre; se inicia en el debate en el Congreso sobre la normativa que debía recuperar el control de los recursos hidrocarburíferos, cuando los movimientos sociales habían pedido nacionalización, entendida como expropiación a los expropiadores, las trasnacionales. En ese entonces el MAS, como segunda fuerza del Congreso había propuesto la distribución del 50% del excedente, cincuenta para las trasnacionales y 50 para el Estado. Cuando el conflicto sale del Congreso y llega a las calles y los caminos, la movilización de mayo y junio de 2005 adquiere forma ante los intentos de la derecha en Congreso de forzar una sustitución constitucional que recayera en el Presidente del Congreso, o en el representante de la Cámara Baja del parlamento. La movilización se generalizó con la participación de trabajadores mineros, obrero y cooperativistas, se llegó a la toma de las ciudades de La Paz, Oruro y Potosí, concluyendo con una multitudinaria y organizada ocupación de la ciudad de Sucre, la Capital de Bolivia. En Sucre se reunía el Congreso para concretar su maniobra, una vez conocida la renuncia a la presidencia por parte de Carlos Meza, que fue la figura de la primera sustitución constitucional, después de la primera Guerra del Gas, una vez que renunció y huyó del país la figura más paradigmática de los gobiernos de la megacoalición neoliberal, Gonzalo Sánchez de Lozada.


2.Hay que distinguir entre la crisis múltiple del Estado-nación, que no es otra cosa que la forma moderna del Estado liberal y una de las formas del Estado colonia, de la solución aparente por la vía electoral. La crisis múltiple del Estado tuvo sus potentes manifestaciones interpoladoras y emancipadoras en el recorrido libertario y autogestionario de los movimientos sociales, en cambio la solución estadística de la crisis, la solución electoral, por la verificación del voto tuvo su conformación institucional. La salida electoral de la crisis no solucionó la crisis de fondo del Estado-nación, empero conformó la base de un potencial proyecto hegemónico. La llegada al gobierno no es la llegada al gobierno de los movimientos sociales sino del MAS, incluso se puede decir que se trata de la llegada al gobierno del primer presidente indígena, pero no necesariamente de los indígenas. No es un gobierno indígena, no es un gobierno de movimientos sociales, es un gobierno popular, en el cuál incluso no se reconoce el MAS, pues considera que los que están en el ejecutivo son invitados, salvo alguna excepción.


3.El MAS no dejó de ser un instrumento electoral, no llegó a ser hasta ahora lo que pretendió su fundación, un instrumento político de las organizaciones sociales. Tampoco representaba a todos los movimientos, sino a una parte de ellos, centrada en las federaciones cocoleras. Sin embargo, el MAS se benefició con las elecciones del 2002, en pleno periodo crítico de la crisis múltiple del Estado-nación, pues era la única fuerza que tenía convocatoria electora, compartida de lejos con la convocatoria territorial del MIP. Luego, lo mismo volvió a ocurrir en las elecciones de 2005, sólo que en una escala cualitativamente mayor pues ganó la elecciones. La victoria electoral del MAS convierte al instrumento en la primera fuerza nacional y en el único partido con convocatoria en todo el territorio del país. Los partidos neoliberales y de derecha se redujeron a una restringida representación regional, aunque sumando fuerzas buscaron ser un contrapeso al MAS, sobre todo durante la compulsa de la Asamblea Constituyente.


4.La tendencia dominante en el gobierno se configura como proyecto nacionalista, nucleado en el impacto de la medida de nacionalización de hidrocarburos, que podemos considerarla como el principio del proceso de nacionalización, por la diferencias que hay con otras nacionalizaciones en la historia de Bolivia, que pasan por la expropiación y no la migración de contratos y el cambio proporcional de la participación de las trasnacionales en el excedente, así como la compra de acciones, que parece más una acción del mercado de acciones y de valores en el marco de las reglas de la oferta y la demanda. Esta tendencia dominante va a marcar la dirección de la conducción del gobierno, pero también del proceso.


5.Se lanza la convocatoria a la Asamblea Constituyente a través del Congreso, disminuyendo el carácter de poder constituyente tanto a los movimientos sociales como a la propia Asamblea Constituyente, en vez de optar por la autoconvocatoria ya dada por los movimientos sociales o, como alternativa, realizar la convocatoria por referendo. Podemos decir que la Asamblea Constituyente nace circunscrita y limitada por los bordes de la sombra del Congreso. No es en vano la discusión en la Asamblea Constituyente sobre el carácter originario o derivado de la Asamblea. La respuesta de la mayoría de los constituyentes va a ser:es originaria porque nace de las entrañas de los movimientos sociales[6].


6.La tendencia nacionalista que opta por métodos pragmáticos y una forma de razonamiento que podemos derivar del realismo político, impone una dirección y un perfil al proceso, que podemos identificar como de restauración del Estado-nación, alejándose en la práctica de la fundación del Estado plurinacional comunitario autonómico, como exige la Constitución.


7.La segunda puñalada que se le da al carácter de poder constituyente a la Asamblea Constituyente fue cuando se amplía su temporalidad, al cumplirse el año de su funcionamiento, mediante una determinación del Congreso; otra vez el poder constituido ajustaba cuentas con el poder constituyente. La tercera puñalada a la Asamblea Constituyente fue cuando, una vez aprobada la Constitución en Oruro, el Congreso se convierte en constitucional y revisa la propia Constitución, haciendo 144 modificaciones en 122 artículos. Esto prácticamente terminaba de darle un golpe mortal al poder constituyente y clausurando miserablemente el proceso propiamente constituyente; sin embargo, la fuerza irradiante de los movimientos sociales, la fuerza ética, política y social del espíritu constituyente, inscrito en la Constitución, saca fuerzas del fondo de los acontecimientos y del sentido de las cosas, imponiendo las finalidades, los valores, la estructura, la interpretación de las transformaciones escritas por los constituyentes: descolonización, Estado plurinacional comunitario y autonómico, modelo civilizatorio alternativo del vivir bien, los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, incluyendo el autogobierno y la libre determinación, el pluralismo autonómico, prioritariamente la autonomía indígena, el pluralismo económico con orientación hacia la economía social y comunitaria, en el contexto de la defensa de la madre tierra, entendida en la Constitución desde la perspectiva ecológica y sustentable.


8.La tendencia nacionalista dominante establece una dirección problemática de la conducción del gobierno y del proceso, no sólo durante la primera gestión sino incluso en la segunda gestión, cuando se tiene como tarea primordial la aplicación de la Constitución. Condiciona la elaboración de leyes, hechas de una manera elitaria, sin consulta, sin participación, y lo que es peor, sin rupturas conceptuales con los paradigmas dependientes, coloniales y acríticos de las formas de razonar, los métodos procedimentales y técnicas legislativas. El resultado es pobre, leyes transitorias que desconsitucionalizan el texto constitucional, lejos muy lejos de ser leyes fundacionales del Estado plurinacional comunitario y autonómico.


9.El pragmatismo político, bajo el razonamiento del realismo político, de la tendencia nacionalista, termina produciendo efectos demoledores en lo que respecta a la relación con los movimientos sociales, las organizaciones sociales, la sociedad, el pueblo, en sus formas reivindicativas. Se cruza la línea de demarcación entre los amigos y enemigos del pueblo, se pasa al otro lado de la vereda, cuando se dan los enfrentamientos con las organizaciones indígenas de tierras bajas, las organizaciones e instituciones de Caranavi, el pueblo y el Comité Cívico de Potosí.


10.El más complicado producto de la tendencia nacionalista va a ser el decreto 748, llamado de nivelación de precios por el gobierno, y gasolinazo por el pueblo. Con la elaboración y aprobación del decreto se devela que la tendencia dominante no solamente es nacionalista sino que había guardado en sus entrañas las formas de razonar, los métodos y los instrumentos neoliberales, descargando en el cuerpo de los más pobres el peso de la suspensión de la subvención al mercado interno, en lo que respecta al consumo de los combustibles.


11.El levantamiento y la resistencia popular obligan al presidente a abrogar la medida, con lo que se abre una nueva etapa, en la que los movimientos sociales van a tratar de retomar la reconducción del proceso, buscando la profundización del mismo y la aplicación consecuente de la Constitución en la perspectiva de la fundación del Estado plurinacional comunitario y autonómico.


12.A todo esto se suma que no se hayan resuelto los problemas abiertos por la capitalización, el control efectivo de los recursos naturales, sobre todo de los hidrocarbiriferos; el proceso no avanza, está lejos de concluir, mas bien se ha estancado en una complicada maquinaria administrativa y de normas. La nacionalización vía compra de acciones de las empresa capitalizadas, con el objetivo de tener un control accionario y elegir al directorio, no ha resuelto el control técnico de las empresas, las que terminan manejando en la práctica la explotación y la comercialización de los hidrocarburos, imponiendo sus criterios técnicos.


13.No se ha logrado una buena combinación entre la demanda del mercado interno, las exigencias del mercado internacional y la necesidad de pasar a un modelo productivo. El peso gravitatorio sigue siendo un modelo extractivista atrapado en los circuitos perversos de la dependencia. Sin embargo, la situación parece peor en el rubro minero que en el rubro hidrocarburífero, donde las empresas trasnacionales se siguen moviendo en el heredado Código Minero, aportando poco al Estado, en comparación con lo que pasa con el rubro hidrocarburífero, llevándose cuantiosas ganancias. Se habla la exorbitante ganancia de un monto de mil millones de dólares por parte de la empresa San Cristobal. Haciendo una comparación, el aporte de las empresas mineras al Estado no va más allá del 7%, en tanto que el sector hidrocarburífero es de alrededor el 60%.


14.No se tiene un proyecto claro sobre el cambio del modelo extractivista y el paso al modelo productivo, mucho menos una planificación integral y participativa como establece la constitución, enriquecida por el enfoque territorial. En detrimento se tiene una retorica sobre la industrialización, bocetos planes sueltos sobre hidroeléctricas, megaproyectos, caminos transoceánicos, ideas no articuladas del desarrollo de la siderurgia a partir del Mutún, del desarrollo de la industrialización de los hidrocarburos, del desarrollo de la industrialización del litio y de la industrialización de la madera. Todo esto no hace a un bloque estratégico político y económico, que contemple políticas, estrategias, planificación integral, enfoques territoriales, planes coherentes y sustentables de inversiones. Estamos lejos de contar con un puente efectivo que nos permita pasar del modelo extractivista a un modelo productivo.


15.Una mirada global de la problemática de la transformación política y económica nos muestra que no hay avances en lo que respecta a un bloque estratégico que comprenda la articulación complementaria de las formas de organización económica de la economía plural, en la perspectiva de orientarla hacia una economía social y comunitaria. Tal parece que la retorica industrialista termina encubriendo estas falencias deteniendo los cambios y las transformaciones económicas en el círculo vicioso de lo mismo, dependencia, extractivismo, rentismo, capitalismo de Estado, hibridado con herencia de prácticas, procedimientos y normas neoliberales.


En resumen, lo que ha pasado tiene que ver con la acumulación de muchas cosas, errores, dubitaciones, desviaciones, contradicciones acumuladas, dejando problemas pendientes irresueltos, anulando toda posibilidad de análisis, de crítica y de discusión, conformando un constante distanciamiento con los movimientos sociales, tratando mas bien de cooptar a sus organizaciones a través de la incorporación o anulación de sus dirigentes. En este ambiente, primero se recoge la incubando de la tendencia nacionalista, que cuando rompe el cascaron, que casi ocurre a comienzos de la primera gestión de gobierno (2006), se convierte en la tendencia dominante que toma decisiones en el gobierno, sobre todo en los temas estratégicos. Los problemas pendientes y las contradicciones se tratan de resolver con la retoma de modelos caducos, el Estado-nación, el capitalismo de Estado, la revolución industrial, la sustitución de importaciones, el centralismo, el verticalismo, la obediencia y sobre todo la apología de lo que se hace, sin discusión alguna. Como desenlace de esta sedimentación contradictoria y restauradora, combinada con un pragmatismo y un realismo político descarnado, que no esta exento de retorica, de teatro político y burocratismo, se produce el artefacto político, el dispositivo jurídico, del decreto 748, como expresión adecuada de la tendencia nacionalista dominante.


Notas:

1. Centro de estudios Populares:Bolivia, 27 de diciembre de 2010 (CEP).

2. Rebelión.

3. El ensayo que tienen a mano,Critica del supuesto equilibrio macroeconómico, es el texto que trata de recabar ladimensión contextual, también estructural, así como en su dimensión histórica de la medida.

4. Entre ellos Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente de ecuador.

5. Página Siete. Opinión. La Paz 6 de enero de 2011.

6. Primer artículo del reglamento de la Asamblea Constituyente.

Círculo Epistemológico Comuna.

http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2011010701


La fuerza de los de abajo- Los pies, la cabeza y el corazón de Evo Morales - Isabel Rauber - Rebelión


Alerta roja, es la frase que podría resumir lo acontecido en Bolivia en la última semana. Bienaventurado sea el gasolinazo si se transforma en sacudón político, en punto de inflexión capaz de revertir la creciente tendencia superestrutural gubernamental a decidir desde arriba sin contar con los de abajo, adoptando la vieja cultura política del poder que considera que gobernar es tarea de quienes supuestamente "saben y tienen razón", que es cosa de iluminados, o de "tener espalda". Pero la revolución es tarea de pueblos, de mayorías conscientes, organizadas, discutiendo y definiendo SU proyecto en la medida que lo van construyendo.


Los pueblos no están sólo para aceptar, apoyar, convalidar o materializar (ejecutar) ideas y decisiones, sino ante todo para protagonizarlas. Esto quiere decir: participar en el proceso de toma de decisiones y en la realización posterior de las mismas, compartiendo responsabilidades.


Si se hubiese discutido el problema del precio de la gasolina y petróleo, etc., con las organizaciones sociales, si hubiese consensuado una medida y los pasos para su implementación, nada de lo ocurrido hubiese pasado. No sé cual habría sido la propuesta, pero los resultados habrían sido diferentes: nadie sale a protestar contra lo que acordó.


Los protagonistas no pueden –ni quieren- enterarse de su historia por los diarios. No es con resoluciones y decretos como se impulsa la revolución democrática y cultural, la clave está en la participación. Se trata de un proceso marcado por la construcción colectiva y requiere llevar los ritmos que esa construcción –y toma de conciencia colectiva- demanden. Cuando se pretende acelerarlo pasando por encima de la participación popular, lo que se evidenciaba como un éxito o acierto posible en el mediano plazo se tornan en un inmediato fracaso.


La prueba está a la vista: apostando por la consulta y participación de los de abajo, ciertamente el camino puede ser más largo y los ritmos más lentos, pero a la larga será más efectivo, profundo y radical. Esta sabiduría no salió de las universidades, se forjó en la experiencia de lucha de los pueblos. En sus prácticas, ellos han delineado y construido las nuevas lógicas de la transformación social desde abajo, es decir, de las revoluciones democráticas-culturales caracterizadas por apelar al desarrollo de la conciencia, la organización y la participación de los de abajo de modo permanente. Y esto no se logra con cursos o conferencias, es ante todo, una resultante de la participación plena de los de abajo en todo el proceso de cambios: desde el diagnóstico y las definiciones hasta la implementación y el control de las decisiones. Éstas no son ya tarea de un grupo de dirigentes sino responsabilidad compartida de todos y todas.


El pueblo consciente, participante y protagonista de las decisiones saldría igualmente a las calles, pero –en tal caso- para reafirmar las medidas del gobierno que serían sus medidas, y para pedir la profundización revolucionaria del proceso.


Lo ocurrido en Bolivia a consecuencia del gasolinazo no se corresponde con ninguna de estas alternativas, pero tampoco significa un rechazo al gobierno que siguen considerando suyo. Es un grito y una manifestación contundente contra una tenue pero creciente forma de gobernar que venía ya mostrándose en algunas decisiones, que pretende ignorar al pueblo como protagonista central del proceso y suplantarlo en la toma de decisiones fundamentales, reencarnando lo peor de la herencia política burguesa-colonial.


Un gobernante revolucionario no se define como tal por el currículo, ni por ser "honrado y bueno" en comparación con los gobernantes tradicionales del sistema; aunque estas cualidades se requieren de forma elemental, su proyección va más allá de lo personal: se relaciona directamente con su capacidad de poner los espacios de poder en función de la transformación revolucionaria, abriéndo las puertas del gobierno al pueblo, construyendo un nuevo tipo de institucionalidad, de legalidad y legitimidad basada en la participación del pueblo en la toma de decisiones políticas (base de la Asamblea Constituyente).


La tarea titánica de los gobernantes revolucionarios no consiste en sustituir al pueblo, ni en "sacar de sus cabezas" buenas leyes, mucho menos para demostrar que son más inteligentes que todos, que tienen razón y que, por ello, "saben gobernar". Impulsar revoluciones desde los gobiernos pasa por hacer de éstos una herramienta política revolucionaria: desarrollar la conciencia política, abrir la gestión a la participación de los movimientos indígenas, de los movimientos sociales y sindicales, de los sectores populares, construyendo mecanismos colectivos y estableciendo roles y responsabilidades diferenciados, para gobernar el país en conjunto.


Las revoluciones desde abajo, es decir, las que se gestan por los pueblos desde la raíz de los problemas, apuestan al cambio que nace de las conciencias de los pueblos y se construye en su accionar protagónico, nada tienen que ver con métodos que pretenden impulsar el proceso con decretos o resoluciones generadas desde arriba por muy bienintencionadas y certeras que éstas pudieran resultar.


No se avanza con medidas superestructurales por muy justas y razonables que sean. Hay que construir protagonismo popular colectivo y eso solo puede lograrse forjándolo a cada paso y en cada paso. El aprendizaje, como la enseñanza, comienza en las prácticas cotidianas. Educar en lo nuevo significa desarrollar nuevas prácticas, dar ejemplo. Ésta es la clave pedagógica vital de las revoluciones desde abajo.


Éstas solo pueden profundizarse anudadas a la construcción y fortalecimiento del sujeto colectivo de las mismas, el actor sociopolítico capaz de empujarlas e impulsarlas permanentemente hacia objetivos radicalmente superiores. La tarea fundamental del instrumento político en estos tiempos consiste por ello, precisamente, en desarrollar el trabajo político, cultural e ideológico necesario para promover el desarrollo de la conciencia política del conjunto de actores sociales y políticos del campo popular, en abrir canales institucionales y no institucionales para la participación consciente, organizada y creciente del conjunto de los actores revolucionarios, así como crear ámbitos para las reflexiones críticas colectivas del proceso de cambio, de modo que se vayan fortaleciendo las conciencias, creciendo colectivamente.


En Bolivia el pueblo no salió a las calles a rechazar a su gobierno sino a rechazar, junto con la medida, la imposición, a rechazar las decisiones sin consulta, el distanciamiento entre gobernantes y movimientos indígenas, campesinos y sociales que venía evidenciándose como tendencia y que cristaliza ahora contundentemente con esta medida del llamado gasolinazo. El pueblo no salió a oponerse a Evo, sino a decirle NO a cualquier intento de gobernar sin su participación, a pedirle rectificación y reconocimiento. Y en un acto de humildad que evidencia tanto su gran sabiduría como sus raíces, Evo rectificó. Y repasando su promesa de Tihuanaku, retiró los decretos y reiteró su decisión de "mandar obedeciendo", que –en sentido estricto- no significa ni mandar ni obedecer, sino gobernar juntos, construir conjuntamente las medidas fundamentales y compartir las responsabilidades de las decisiones y de su implementación.


Y no es que esto sea necesariamente garantía de éxito ni evite cometer errores o equivocarse, pero cuando los pueblos fracasan teniendo conciencia de que ello podría ocurrir, es decir, sabiendo que se podía perder, el fracaso puede representar un triunfo, un crecimiento colectivo, un nuevo aprendizaje y un fortalecimiento que los dinamice e impulse a concretar sus objetivos por otras vías. Algo así como: "Bueno, si por ahí no salió el asunto, ¿por dónde y cómo vamos a lograrlo?" Es decir, la situación se presenta diferente cuando hay participación consciente que cuando no la hay: los pueblos avanzan según toman conciencia del fracaso o celebran el triunfo, y ello depende de su participación en las decisiones; cuando fracasan sin conciencia de lo que estaban haciendo, la frustración es profunda.


Las revoluciones son idénticas a la participación protagónica de sus pueblos; directamente proporcionales a ella. Si, por ejemplo, se aplica esta sencilla ecuación a los procesos populares revolucionarios en curso, a las medidas gubernamentales y sus procedimientos, los resultados saltan a la vista: a menor participación popular, menor contenido y alcance revolucionario, menos revolución. Conclusión: El nudo gordiano estratégico de los procesos revolucionarios no radica en la pertinencia de las resoluciones gubernamentales ni en la sabiduría de los gobernantes y su entorno, sino en la voluntad popular, en su conciencia y organización para participar en las definiciones y soluciones, impulsarlas y sostenerlas.


En el terreno político está claro que saber es poder. En tanto el saber procedente de técnicos y expertos es restringido, reducido a élites y minorías, su poder también es escaso y reducido, acotado a cargos y funciones, a lo que se denomina comúnmente "trabajo profesional". Por ello, sin negar el valor del trabajo de expertos y asesores, los resultados y las propuestas de sus estudios necesitan siempre ser reevaluadas (cuando no construidas) con el pueblo, con los movimientos indígenas, sindicales y sociales, con el campo popular todo. Sólo en un proceso articulado, conjunto, es posible transformar las propuestas de funcionarios, especialistas o técnicos en decisión política revolucionaria de gobierno y pueblo. En procesos políticos-revolucionarios como el que vive Bolivia hoy, la administración pública –que es la administración de lo público- no puede quedar entrampada en los papeles de los funcionarios; es tema y tarea de la militancia socio-política de los pueblos en las calles de las ciudades, en los campos, en las minas…


Los que tienen la responsabilidad de gobernar tienen la prerrogativa de proponer cambios y la obligación de que sus propuestas tengan fundamentos sólidos. Esto no está en discusión. Pero la otra pata del proceso, la fundamental, la que le da sentido y proyección revolucionaria, consiste en lo siguiente: para que el saber producido arriba sea a la vez poder abajo, tiene que construirse con los de abajo y constituirse en saber/poder de pueblo. Ésa es la tarea política por excelencia de quienes tienen responsabilidades de gobierno en procesos revolucionarios.


Evidenciar esto y ponerlo sobre el tapete es una de las enseñanzas más importantes y trascendentes de los acontecimientos resultantes del gasolinazo: el pueblo reclamó su protagonismo, habló con su líder en su lenguaje de resistencia y lucha, y Evo respondió como militante. Consciente de que rectificar es de sabios, escuchó y comprendió el mensaje de sus compañeros y compañeras y raudamente derogó las resoluciones y decretos, y volvió a poner el la agenda política gubernamental un tema clave: gobernar para el pueblo implica gobernar con el pueblo. Y con ello Evo alumbraba otra lección: para impulsar una revolución desde abajo, no basta con "tener espaldas", sino los pies en la tierra, el corazón en el pueblo y la cabeza clara de sus responsabilidades como gobernante revolucionario capaz de concertar a los pueblos a protagonizar su historia.


Queda claro entonces que el tema abierto con el gasolinazo no está limitado a economistas, ni expertos, ni periodistas, pertenece al pueblo. Es el pueblo –en su diversidad de identidades, nacionalidades y culturas- quien tiene el poder de cambiar la historia y construirla a su imagen y semejanza.


Por eso, a días de conmemorarse un nuevo aniversario de la constitución del primer gobierno indoamericano en nuestro continente, es posible exclamar, con fuerza y vitalidad:


¡Jallalla los pueblos de Bolivia! ¡Jallalla Evo!

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=119661